2.05.2012

El arte de repetir

 
















Muchas veces siento la necesidad de ver una película quince días después de haberla visto por cuarta o quinta vez. Si le cuento esto a alguien, ese alguien se sorprende, me mira con el ceño fruncido y me pregunta si no me cansa ver tantas veces la misma película. Obviamente no. Si la película es buena cómo es posible que te canse. Aproximadamente una vez cada quince días suelo escuchar el After the Gold Rush de Neil Young. Supongo que esto no extrañe a nadie (bueno igual a Neil si le extrañaría, pero sólo sería por falsa modestia). Ahora bien, el hecho de volver a ver una película parece abrir llagas en la piel de las personas de mi alrededor. Pues sí. Lo hago. Y no me canso. 
Durante una temporada vi un par de veces al mes The Straight Story de David Lynch. Y no me sentía mal. No sentía que estaba perdiendo el tiempo. Todo lo contrario; no sé cómo se puede aprovechar mejor el tiempo que con una bella historia construida sobre un bello fondo sonoro.
Cierto es que después de un año la llama se apaga y el número de veces va decreciendo hasta llegar a un número normal (¿una vez al año es un número normal?), pero no será por cansancio. Igual es por saciación.
Parece ser que mi capacidad de saciación está atrofiada, al menos no funciona como marca la norma.
Y para seguir con la tradición prometo volver a ver L'Illusionniste de Sylvain Chomet, probablemente la mejor película de animación de la que he podido ser espectador.

2 comentarios:

  1. Si te gustan, no está mal repetir de vez en cuando.

    Tengo que ver la de L'Illusionniste, que todavía no la he visto y tu crítica me ha convencido ;D

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  2. Estupenda elección. Es la película que más me ha gustado en mucho tiempo. Encarna magistralmente las formas del cine mudo de la primera mitad del siglo XX. Una obra maestra. Ya me contarás.

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