3.31.2011

Réquiem por un puñado de gigas

El martes yo era un hombre feliz. No me daba cuenta de ello, pero era feliz. Me levanté pronto. Encendí el ordenador como todas las mañanas para escuchar algo de música mientras trabajo. Abrí el iTunes y me di cuenta de que pasaba algo raro. El ordenador se colgaba sólo con mirarlo. Reinicié windows como diez veces hasta darme cuenta de que no se iba a arreglar por muchas veces que reiniciase. En este punto me puse a  pensar en todos los archivos que tenía y que corrían el peligro de perderse. Lo que más me preocupaba eran los discos. ¿Qué sería de todos mis discos? Ante el panorama de desolación que podía augurar ante mí, hice acopio de todos mis (poquísimos) conocimientos de informática y realicé una partición del disco duro desde el "modo seguro" del endiablado windows vista. Metí en la partición del disco duro todos los archivos que quería conservar. Acto seguido pasé a reinstalar el sistema operativo en el disco duro principal (véase c:). El problema fue que me equivoqué de opción y le di al disco duro el formato original de fábrica. En fin, que me quedé sin nada. Todas mis posesiones se fueron al limbo al que van las cosas cuando formateas un ordenador. ¡Y yo con estos pelos!
Sin duda lo peor de todo ha sido perder los 30 gigas de discos. Piezas hoy en día irreemplazables se perdieron a la misma velocidad con la que avanzaba un línea azul cruzando mi pantalla de forma horizontal. Sólo me quedé con los 8 gigas escasos que tenía en el iPod y que, para mayor desastre, no sé cómo volcar en el ordenador.
Cualquier adelantado a su tiempo (adelantado a mí tiempo más bien) que se eche las manos a la cabeza y ponga el grito en el cielo preguntándose por qué no hice tal o cual cosa, que deje de preguntárselo. Ya le respondo yo. No lo hice porque no sabía.
Ante mi desesperación me acerqué al armario de los discos, pero de los discos redondos de plástico y vinilo. Y noté como cada uno de ellos me guiñaba un ojo como diciéndome "no te preocupes, que para eso estamos nosotros aquí". Y eso hacemos, apoyarnos los unos en los otros. Yo les apoyo haciéndoles girar y ellos me apoyan sonando.

Por cierto se acepta cualquier donación en forma de Mp3 para ayudarme a volver a ser el que era.
Muchas gracias.

3.24.2011

Plazuela de Antonio Vega


Prometo que la primera cosa que haré nada más llegar a Madrid será acercarme hasta la plazuela de Antonio Vega. Y cuando llegue alli me sentaré en el suelo y tararearé El sitio de mi recreo. Más tarde, cuando las farolas ya iluminen las calles mojadas, nos acercaremos al Penta y escucharemos todas aquellas canciones que conseguían que Antonio pudiese amar a su sempiterna Chica de ayer. Prometido queda.

3.14.2011

Entre tilonorrincos y espiritrompas: "La lengua de las mariposas", de Jose Luis Cuerda


Cuando me entero de que alguien va a estudiar magisterio, siempre le recomiendo ver (o volver a ver) la película La lengua de las mariposas de José Luis Cuerda. Y como igual hay algún futuro maestro que aún no ha sido avisado lo pongo por aquí y que quede por escrito. 
Recuerdo perfectamente el momento en el que vi esta película por primera vez. Ayer volví a verla y sentí la misma impotencia que aquella primera vez. Impotencia por no poder cambiar la historia, por no poder subir al camión y abrazar a Don Gregorio e impotencia por el olvido al que se han visto sumidos los maestros de la II República Española.
Siempre lamentaré no haber tenido en el colegio a Don Gregorio como maestro. Si todos mis profesores hubieran sido como él, hubiera sabido lo que era un tilonorrinco y una espiritrompa. También me hubiese enterado de lo que era la libertad.


Por cierto, la película está basada en este relato del mismo nombre.