5.17.2013

Macilento y despiritado

Después de toda una mañana deambulando por las calles sucias de la ciudad sucia, buscando el pan con el que alimentar el estómago y el alma, enciendes la televisión y ésta te golpea con el semblante emponzoñado del yerno de nuestro monarca. Luego cambias de canal y aparece un banquero, igual de ponzoñoso que el anterior, igual de feo y acartonado. Y mientras tanto el vulgo, macilento y despiritado, sigue vomitando sangre para alimentar a esta piara de cochinos orondos con corbatas, rayas al lado y coches oficiales. 
Y luego recuerdas el último disco de Quique, recuerdas lo bueno que es, te das cuenta de lo injusto que es que él no sea el jefe de nuestro estado de sitio. ¡Y lo buena que es la versión de Dylan! ¿Es tu amor en vano? Is you love in vain?
La música ya no amansa a las alimañas; amansa a los que sufren sus mordiscos. 
Dejen ya de leer esto y escuchen a Dylan y luego a Quique o primero a éste y después a aquél. Y  comprobarán que una de las mejores versiones que jamás se ha hecho de Dylan tiene efectos reparadores.



5.13.2013

L.E. Aute-El niño que miraba el mar


Hay una regla no escrita que dice que la barba envejece los rostros de sus poseedores. Esta situación se acentúa cuando el tiempo blanquea los cabellos. La anterior regla se vuelve excepción en el rostro de L.E. Aute. Durante décadas, su cara aparecía cubierta de vello, y ahora que se lo ha rasurado parece más viejo que antes. Sospecho que, en su caso, las arrugas con las que nos castiga el paso del tiempo quedaron parcialmente escondidas hasta el día en que decidió afeitarse. 
La historia del último disco de Aute también esconde lo dramático del paso del tiempo, del crecer y del envejecer, que, en este caso, no es lo mismo. El disco se fraguó con la superposición de dos fotografías del filipino, en una tenía dos años y en la otra cerca de setenta. Una estaba hecha en Manila en 1945 (con la ciudad hecha trizas después de la Batalla de Filipinas) y la otra en La Habana en 2010. Una hecha por su padre y la otra por su hija. Adoptada como una alegoría perfecta del paso del tiempo, Aute comenzó a crear a partir de ella. De ese crear nació este disco. Y con ese disco, como si de hermanos mellizos se tratara, nació una película de animación de veinte minutos, El niño y el Basilisco, basada en dos canciones del elepé: El niño que miraba el mar y El Basilisco. El álbum se compone de doce temas con una instrumentación casi insinuada y con una voz, quizás, más rota que de costumbre. Otro signo, este último, de lo irremediable del paso del tiempo.




El niño que miraba el mar (Spotify)