4.08.2011

Los ojos del poeta


Gabriel Celaya tenía unos ojos muy bonitos. Azules. Y grandes. Pero también los tenía tristes. La belleza y la tristeza pueden ir perfectamente de la mano. No se si era una pose de poeta melancólico o esos ojos expresaban una tristeza real. Este año se cumplen cien del nacimiento de Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, y en uno de los pocos reportajes que he visto rememorando su muerte me di cuenta de que no era sólo tristeza lo que se veía en esos ojos, sino que también se veía humedad. Era como si estuviese siempre preparado para llorar. Como si se quisiese ahorrar el momento que transcurre hasta que los ojos empiezan a ponerse vidriosos. Celaya ya los tenía así.
Si hoy volviese a la vida tengo por seguro que sí se sentiría muy triste. Descubriría que el amor de su vida ya no está y además tendría que ver cómo su obra ha sido arrinconada a una esquina de los libros de texto de Lengua y Literatura del Bachillerato (que en los tiempos que corren no es poco). Ante este panorama lo primero que uno puede hacer es llorar. Y Celaya ya estaría preparado. Pero no puedo saber si en vida fue un hombre triste o alegre. Aun así siempre que leo un poema de Celaya me acuerdo de sus ojos azules como el cielo y de esa tristeza que parecía emanar en cada mirada.

**El óleo que tienen encima de estas líneas es del propio Celaya. Probablemente fue realizado durante su época en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Más información.

1 comentario:

  1. Lo de los ojos tristes debía ser un rasgo muy característico suyo, porque recuerdo que en alguna otra crónica que he visto (no recuerdo donde) también lo comentaban.

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