2.22.2011

Pequeño esbozo de un melómano en tratamiento

Un fantasma recorre Europa (y medio mundo): el fantasma del consumismo. Los centros comerciales están abarrotados a todas horas. A la gente no le importa la crisis ni las hipotecas. Todos los pasillos de cualquier Media Markt están repletos de familias renovando la televisión que habían comprado el año pasado por estas mismas fechas o comprando el tercer portátil para el hijo universitario (todo el mundo sabe que es importantísimo tener tres ordenadores: uno para los días pares, otro para los impares y el Mac para entretiempo). Sin embargo siempre hay una zona que estará poco/nada frecuentada. Esta zona de la que les hablo es aquella vieja sección de los grandes almacenes en la que solían colocar viejos objetos circulares que contenían música y a los que llamábamos discos compactos (cedes para los amigos más íntimos). Me resulta preocupante observar cómo la gente siente un enorme desinterés por la compra de música. Una de las actividades más placenteras que existe en la vida es situarse delante de unos discos e ir ojeando una portada tras otra hasta encontrar algo que llevarte a casa. Este fin de semana he vuelto ha recrearme en este placer contemporáneo. Los dos últimos cd's que he adquirido ya adornan lujosamente las estanterías de mi casa. Se trata del "The Queen is dead" de The Smiths y de "Todo el frío del mundo" de las gallegos Nadadora. Entre los dos me gasté la friolera de 12,85 euros. El momentazo de pasear por las estanterías de la FNAC mientras sonaba esto de fondo, no tiene precio. Larga vida al Pop. Sí señor.

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